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LA BRECHA GENERACIONAL

Viejos vs Jóvenes

Los padres dicen no entender a los hijos porque ahora son rebeldes, y los hijos dicen no entender a los padres porque ya son viejos y pasados de moda. ¿Quién tiene la razón? ¿Cuál es el problema? He escuchado también decir: “Los jóvenes no saben nada de este mundo; andan perdidos con las locuras de la nueva tecnología. Los tiempos de antaño, esos sí eran buenos tiempos”.

Otros dicen, “Nosotros respetamos a nuestros padres, y si no lo hacíamos la cosa se ponía negra. Ahora los jóvenes hacen lo que les da la gana y nadie puede decirles nada”. Los comentarios son extremos en este tema, pero la realidad es otra. El problema está más allá de las edades o como se hacían las cosas años atrás. El problema radica en la mentalidad, la cultura y los paradigmas.

Es muy probable que, si eres un adulto con hijos jóvenes y estás leyendo este artículo, dirás: “¡Exactamente! La mentalidad, la cultura y los paradigmas de la nueva generación son el problema”. Pero tristemente es totalmente a la inversa. Valga la aclaración que, al momento de escribir este artículo, tengo 63 años, y, sin embargo, asevero que el problema está en nosotros los viejos, los padres y la generación que ya se va. Somos nosotros, los mayores, los que NO entendemos a la nueva generación y que creamos el problema generacional. Somos nosotros con nuestra manera obsoleta de pensar, nuestra mentalidad ultra conservadora en cuanto a la cultura y los paradigmas que ya no funcionan en este nuevo mundo. Somos nosotros los que nos hemos quedado atrás, hemos pasado de moda, miramos el pasado con romanticismo y nos olvidamos de quienes fuimos en su momento y quienes somos ahora. Olvidamos que nosotros también fuimos rebeldes con nuestros padres y no nos entendieron, no creyeron en nuestras nuevas ideas ni en nosotros. Ahora ya nos hemos convertido en viejos y actuamos exactamente como nuestros padres lo hicieron en su momento.

Años atrás, en nuestra juventud, caminábamos al ritmo del mundo, pero en algún momento nos bajamos en la estación de los recuerdos gratos y nos quedamos pensando que lo que fue siempre será lo mejor. Nos hemos quedado en ese tiempo. Lo malo es que ahora, en el mejor de los casos, nos encontramos en el mismo espacio, pero definitivamente ya no en el mismo tiempo. Posiblemente hayamos educado a nuestros hijos con nuestra mentalidad joven y fresca, pero a medida que pasaron los años, empezamos a envejecer, a dejar la juventud como si nos tocara ahora vivir la vejez. Esa es nuestra mentalidad, nuestra cultura y nuestro paradigma. Es lo que aprendimos de nuestros padres, pues ellos hicieron lo mismo.

En algún momento este tren de la vida avanzaba demasiado rápido para nosotros, parecía que se iba por el camino errado, se sacudía demasiado, que se descarrilaba, y por eso decidimos bajarnos de él. Dijimos: “Ya no estoy para estos trotes, aventuras y trajines. Necesito establecerme y ser más serio”. ¿Qué paso? ¿Por qué decidimos mirar al futuro sin esperanza? ¿Por qué vemos lo que viene con temor? ¿Por qué tenemos miedo a lo que los jóvenes están creando, pensando o haciendo?

La triste realidad es que aprendiste mal, a pensar que ya somos viejos, que ya entramos en otra etapa de la vida en la que es importante sentarte a descansar, que ya recorrimos el camino de la vida y que ahora nos toca esperar la muerte que se acerca lentamente, o para algunos, velozmente.

Puedes mirarte en el espejo y ver tu imagen antigua, pasada de tiempo, fuera de moda. Te quedaste atrás, con tu ropa de joven de la generación pasada. Mira tu cuerpo entero, tus músculos, tu cintura, tu corte de cabello y tu pelo, y mira el lugar donde vives. ¿Sigues escribiendo en un papel? ¿Qué teléfono usas? ¿Tienes una computadora? ¿No entiendes cómo se usa Google Maps, así que pides instrucciones a la antigua de cómo llegar a una dirección? ¿Sigues aburriendo a la gente con tus charlas obsoletas y fundamentalistas, con tus historias repetidas que ya tus amigos, tu esposa y tus hijos han escuchado por décadas y, por supuesto, ya no son interesantes? ¿Sigues con tus bromas que sólo te causan gracia a ti? ¿Sigues peleando por que se ponga buena música, refiriéndote a la de tu tiempo?

¿Por qué tendrían los hijos que vivir con alguien que vive en otros tiempos, en otro mundo, y que se ha quedado anclado en el pasado? Un joven nunca lo hará, porque para ellos la vida está en el presente y en el futuro. Solo para los viejos es que la vida está detrás y ya pasó. Obviamente, para nosotros no es interesante asumir esta idea porque es una en la que hay que trabajar, y los viejos nos hemos vuelto flojos; flojos para aprender, flojos para seguir siendo líderes, flojos para mantenernos en buen estado físico y mental, flojos para hacer las dietas necesarias para nuestro cuerpo, en sí, ¡flojos para cambiar y adaptarnos!

Sé que es muy probable que estés en desacuerdo y justifiques tu decisión de ser viejo, pero no vale la pena morir siendo viejo. No hay necesidad de hacerlo.

Hay buenas noticias, hay una salida para ti, que un día decidiste ser viejo: puedes dejar de serlo. Hay esperanza para ti, a quien los hijos abandonaron marchándose lejos. Tal vez los perdiste o simplemente ya no desean verte, y sientes como si ellos habrían muerto o como si tu hubieras muerto para ellos. Para ti que te sientes viejo, será un trabajo cuesta arriba, pero con buenos frutos.

No hay nada más hermoso para una hija o un hijo que ver que un padre reconozca sus errores. Eso los hace sentir que eres un ser humano en quien ellos pueden confiar, un padre a quien pueden respetar y honrar. El reconocer tus errores no te hace débil, sino más fuerte. La juventud, sea de la generación que sea, ama la honestidad, transparencia, sinceridad, humildad y sencillez, más aún de un padre. Lastimosamente, estas son virtudes que pocos padres practican.

Padre, tienes que viajar al mundo de hoy, darte cuenta que es uno diferente y mejor que en el que vives. Este mundo es uno en el que te toca vivir también. Tienes que acercarte a tus hijos y pedirles perdón porque no estuviste presente en el mundo, te bajaste de él. No pudiste compartir con ellos este mundo donde ambos coexisten. No lo viviste, no lo conociste, no te interesó. Ignoraste el mundo de los jóvenes, que, al fin de cuentas, quieras o no, es tu mundo también. Ese mundo cambiante que trae consigo nuevos paradigmas, nuevas lecciones, nuevas ideas, nuevos conceptos, nueva tecnología, nueva política y nueva religión.

Para tener una buena relación con tus hijos y compartir con ellos necesitas aprender su idioma. Ellos aprendieron el idioma actual, pero tu aun hablas solamente el de tu época. Ellos, en sí, no tienen por qué aprender el tuyo debido que ya pasó y ya no es relevante. Sin embargo, el idioma de ellos pronto ya no estará vigente y ellos mismos tendrán que actualizarse, y qué mejor si aprenden de ti a adaptarse y ser flexibles. Que genial idea enseñarles una de las lecciones más importantes a las nuevas generaciones: La lección de ser altamente adaptables y a estar listos para el cambio, que es la única constante de la vida.

Recuerda que en este momento el idioma de las nuevas generaciones está vigente y es el idioma de este mundo. Ese idioma viene con una nueva mentalidad, nueva cultura y nuevos paradigmas. ¿Tienes miedo a ese idioma? ¿No crees en él?

Tú quieres que tu idioma se imponga en este tiempo, pero eso nunca sucedió ni sucederá. Como dije anteriormente, la flojera se apodera de los que envejecemos y ya no queremos aprender.

Si te sientes viejo, pero quieres volver a vivir la juventud, debes actualizarte. Debes estar a la altura de los que viven en este mundo actual, más veloz, más eficaz, y sin duda, y aunque nos duela, mejor en todo sentido que aquel que añoramos: el mundo de nuestros tiempos.

Ahora puedes poco a poco alcanzar a tus hijos, a los jóvenes, si es que los amas. Puedes volver a vivir en este mejor mundo, el actual. Rejuvenecerás al tomar ese viaje en el tiempo, al futuro donde se encuentran los jóvenes, y podrás entenderlos, caminar con ellos, guiarlos y ayudarlos en esta caminata que es la vida. Ellos te recibirán con brazos abiertos. Vuélvete un joven sabio. ¡No mueras de viejo! Es mejor morir siendo un joven con muchos años de edad.

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